La invasión de Yugoslavia (Operación 25)
La Invasión de Yugoslavia (Operación 25) fue el nombre
que recibió la campaña de las fuerzas
del Eje contra el Reino
de Yugoslavia que tuvo lugar
en abril de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial. La invasión
concluyó once días después de iniciada, cuando el 17 de abril el Ejército Real
Yugoslavo se rindió incondicionalmente. La
nación fue ocupada inmediatamente, desmembrada y de parte de su territorio
surgieron nuevos países con gobiernos afines al Eje, como el Estado
Independiente de Croacia o el Estado Independiente de Montenegro.
La
campaña se preparó a toda prisa después de que Hitler decidiese aplastar al país tras el golpe de Estado del 27 de marzo que parecía haber
anulado la adhesión yugoslava al Pacto
Tripartito dos días antes. Los
intentos del nuevo Gobierno, supuestamente partidario de los aliados, de apaciguar
al canciller alemán resultaron vanos y los preparativos del Eje para invadir el
país continuaron. El ataque comenzó con un duro bombardeo de la capital
yugoslava el 6 de abril, que
causó varios miles de muertos, desbarató la fuerza aérea yugoslava y extendió
el caos en las defensas del país. No
hubo declaración de guerra previa. Las
principales unidades invasoras partieron de Rumanía, Austria y Bulgaria y
tuvieron como objetivo fundamental aislar a Yugoslavia de Grecia y de las unidades británicas allí destacadas y
cercar Belgrado. Alemania atacó a
la vez Grecia. Al día siguiente,
ante el ataque del Eje, Yugoslavia
declaró la guerra a Italia y Alemania.Inmediatamente las fuerzas armadas yugoslavas, mal preparadas para repeler el
ataque, se vieron en graves dificultades, aumentadas por la renuencia de gran
parte de los reclutas no serbios (especialmente de los croatas) a resistir el
ataque.
La
victoria del Eje llegó pronto, tan solo once días después del comienzo de la
campaña. La decisión del alto
mando yugoslavo no ayudó a resistir el embate, ya que ordenó a su Ejército
defender el país desde todas sus fronteras, algo
difícil de lograr si se considera la mejor calidad de las fuerzas alemanas.
Medio movilizado, mal pertrechado y superado en número, el Ejército yugoslavo
fue derrotado por el enemigo a pesar de lograr alguna victoria local. La superioridad de la fuerza aérea y
acorazada alemana y la movilidad de sus unidades consiguieron llevar a cabo la
operación relámpago que Hitler había ordenado pocos días antes. Los alemanes vencieron a un enemigo
que desplegó más de un millón de soldados y sufrieron escasísimas bajas en una
campaña de doce días.
El
Gobierno yugoslavo se retiró a Bosnia, más tarde a Montenegro y el 16 de abril
partió a Atenas donde ya se hallaba el soberano. Un día después los alemanes impusieron
la rendición incondicional. Yugoslavia fue dividida entonces en
varias zonas de ocupación y su territorio se repartió entre Alemania, Italia,
Hungría, Bulgaria y el nuevo Estado croata.
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